Presentación: La llama azul.



Presentación de La llama azul de Marciano Martín Manuel
Complejo Cultural “Las Claras”, 23 de mayo de 2018

Buenas tardes.
Es habitual ya en la Asociación Cultural Placentina “Pedro de Trejo” que dentro de su programación haya presentación de autores y de alguna de sus obras.
La de hoy es una ocasión más pero no cualquiera, y no lo es por dos razones. La primera porque quien presenta, Marciano Martín Manuel, “Chano” de Hervás, es ganador de la III edición de nuestro Premio de Investigación Histórica, correspondiente al año 2009. Ganó con el trabajo titulado Abraham Zacuto. Astrólogo de don Juan de Zúñiga y que publicado por Renacimiento dentro de su Biblioteca Judaica y dimos a conocer a la sociedad placentina en el Parador Nacional. La segunda, porque La llama azul no se cae de las manos con la lectura de la primera frase: El señor Castilla tenía un olfato prodigioso: detectaba comunistas...
De Marciano ya nos dice él mismo: Nació en 1957 en Hervás donde vive y digo vive porque vivir no es residir, ni morar, ni estar afincado, vivir es más. Estudió cinematografía en la Complutense madrileña y dejó su trabajo como ayudante de dirección en la Compañía de Teatro Clásico para dedicarse, viviendo Hervás, a la investigación de los judíos extremeños y la literatura.
De La llama azul también nos habla Chano: Es un retrato mordaz sobre la pérdida de la identidad judía y los frutos del judío imaginario, desarrollado en la Extremadura rural de la delincuencia y el hambre de 1941. Pero siendo así, que lo es, La llama azul también es más. 
En La llama azul, Marciano nos retrotrae a un periodo reciente y presente de nuestra Historia Contemporánea y lo hace no con grandes personajes. Los suyos son: Susana en varias generaciones; Castilla, el jefe de policía; el proxeneta Leoncio; su mujer Catalina, y algunos otros entre los que destaca el alcalde. Tampoco en grandes y multitudinarios paisajes. Chano no necesita inventarse un Macondo, el suyo tiene nombre propio, existe y a casi todos nos es familiar, es Hervás. 
Con La llama azul, Marciano nos pasea por esa “viña turística”, según sus propias palabras. Nos lleva por la Corredera, sus provincianas calles, al Pinajarro, el Sinaí del Ambroz ─escribe─ o a ver al Cristo, el embajador de Dios en la ermita. Y todo ello lo hace con una prosa meditada que acompaña de una orgía de adjetivos, de palabras casi moribundas que a conforman párrafos, a veces, etnográficos, sensuales, otras, y de forma transversal de denuncia social y de actitudes personales que quizá le procuren alguna enemistad franca o silencios a su paso.
Escribe Chano en “agradecimientos” que detrás de una novela se esconden las obsesiones de un escritor, que las suyas son los judíos ─reales e imaginarios─ pero también el trabajo anónimo y desinteresado de amigos.
A estos últimos los descubre al final, la obsesión desde el inicio. 
La llama azul, un libro, en fin, que hay que leer pero mientras tanto oigamos a su autor. Gracias.  

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