Pitarras y viñas

martes, 7 de octubre de 2008


PITARRAS Y VIÑAS

Era tradicional en Plasencia una vez llegada la temporada de correr las primeras “canillas”, se abría la época de hacer el recorrido que se solía hacer por las diferentes bodegas de la ciudad, para probar las diferentes pitarras, no faltando con ellas las aceitunas aliñadas, para los clientes que llevaban en sus bolsillos el consabido trozo de bacalao, la morcilla patatera y el chorizo. Todo un menú clásico.
Comenzaremos por citar, la del paseo de los tristes, conocida como la del “ Serradillano”, la del barrio de Higuerillas, y la antiguamente celebre “ Capote” donde solían ir los lunes, que como es sabido era día feriado para los zapateros. Allí acudían provistos de comida y estaban degustando el famoso vino de don Ángel Delgado, dueño de la viña. Pero lo mas curioso sucedía al atardecer cuando comenzaba el desfile de la mujeres de los zapateros que acudían a recoger cada una a sus maridos para ayudarles a regresar a casa pues normalmente al cabo de todo el día estar empinando el codo no estaban algunos en condición de por si solo hacerlo.
Junto al puente de San Lázaro, se encontraba la bodega de “Peñascarol”

La bodega del resbaladero de San Martín, de Anastasio Sánchez, tal vez la mejor y de mas capacidad, pues se elaboran hasta mas de dos mil cantaros, pues había tinajas de 150 cantaros, bodega con una gran bóveda de cañón. Pisaban la uva de la Viña Marralla del Puerto, que llevo durante años el Sr. Santos.

La de la calle del Rey es sin duda la mas antigua y curiosa de Plasencia. Propiedad hoy del Ayuntamiento, conserva una tinaja donde en caracteres góticos nos dice que allí se elaboraba vino de la viñas de la “Florisas”( Espartal),año de 1636, tenia el lagar de cantería de una sola pieza. Y una antiquísima prensa con los utensilios de madera, una autentica maravilla. La viña de la Florida pertenecía a los franciscanos, y a finales del pasado siglo era dueña doña Dolores Clavijo, y posteriormente fue propiedad de don Pedro Sánchez-Ocaña Acedo-Rico, en esta época elaboraba el vino el Sr. Fernando Rubio y Juan Fernández “Pasaera” o “Poleo”, se solía beber el famosísimo vino “ojo de Perdiz”

En la calle Ancha había dos, la de D. Pedro Conejero “Menosmal”,así llamado porque siempre decía…menos mal que tenemos pitarra, menos mal que estamos todos…etc.. hombre de prodigiosa memoria y de una gran amabilidad la del Sr. Manuel Calle o del Calamoco, así conocido por que fue el guarda de la dehesas de este nombre, planto su viña y la de su finca Cabeza de Hierro. Aquí el menú clásico era: el bacalao bien salado, careta de cerdo asada, morcilla de patatas y calabazas y queso, en sus últimos tiempos fue regentada por el Sr. Pascual Calle y su esposa la señora Eusebia Martín, tenia en su bodega diez tinajas de sesenta arrobas cada una, y cuatro o cinco pequeñas, en una de ellas constaba una fecha del año 1460, con una estrella de David, de cerámica tosca, quizás la mas antigua que se conserva en esta ciudad.,tenia lagar de una sola pieza y prensa de madera y hierro.
La viña de la “Fabrica” o “Anas del Cabildo”, fue un extenso viñedo que pertenecía a la Catedral, posteriormente fue dividida en varias propiedades, una de las cuales pertenecía a Pedro Conejero “Menosmal”, que la compro en el año 1920. En los bajos de su vivienda solían vender el vino, estaba contigua a la ermita de la Salud. ante el escándalo que producían los clientes la Directiva de la Devoción de la Salud, le prohibió la venta del vino en la sacristía, pasando la venta al número 12 de la calle ancha, casa de Estefanía Delgado Palacios suegra de Menosmal.

La viña “ Calzones” Mandoz la describe en el año 1836, nos dice: gran viñedo situado en la sierra de Santa Bárbara, perteneció a los dominicos, tiene una magnifica casa y una gran bodega, las tinajas estaban colocadas de una forma muy particular, pues tenían abajo una especie de subterráneo, de modo que si la fuerza de la fermentación del vino estalla la tinaja, nada se pierde de liquido, porque se vuelven a recoger en las que están debajo, por medio de unos conductores que estaban preparados para tal efecto. Además de esto esta construcción facilitaba el trasiego con poco trabajo y ningún costo: pues solo hay necesidad de corre las canillas, y el vino se traslada de unas vasijas a otras. Tenia una capacidad de unos dos mil cantaros. Esta bodega estaba excavada en roca y disponía de tres plantas.


En la calle del sol, había dos la del “Lanero” y la del “Calao”. En la puerta del Sol estaba la de Matías con su vino de mistela.,las bodegas del Carmen en la calle Andrés López. Otra viña y bodega de gran fama era la de la viuda Ayala, madre del cura Paco Ayala.
La de los Majuelos, (Majuelos, en Logroño es una viña de cepa nueva) que pertenecía a Doña Luisa Ortiz y vendió vino durante años en el local que había en la salida de la puerta del Sol, donde existía una carbonería

La del Sr. Roque, abuelo de Doña Manolita Paredes, tenían una viña situada en los Magüelos de San Ignacio.

La viña de los Mareques, en la carretera de Montehermoso.

En el siglo XIX, muchas de las viñas de nuestra ciudad fueron desapareciendo cuando la temible epidemia de la filoxera, no había remedio de paliar la epidemia, por lo que fue necesaria de importar plantas procedentes de América y resistentes a la filoxera.
Resumiendo, Viñas hubo muy buenas y famosas, entre ellas las mas importantes fueron: Viña de las “Florisas o Espartal”, “ Calamoco”, “Mazuela”,”Calao”,”Majuelo de San Ignacio”,”la Pepona”,”La Fabrica”, o “Anas del Cabildo”, “Piedras Negras”, “Cabeza de Hierro”, “ La Marralla del Puerto”,” los Majuelos”,” la del Carmen”,“Mareque”,”Genesio”,”Capote”,”Calzones”, “Matute” etc..
A titulo de curiosidad, “las botellas eran etiquetadas desde la antigüedad, en Grecia las ánforas llevaban el nombre de procedencia del vino, y con los romanos se añadió el nombre del cónsul, y el año de la cosecha. Así, las botellas llevaban etiquetas parecidas a esta: “Vino de ….., Año del Consulado Lucio….”, era necesario estar al corriente de la política, para saber el año exacto de la cosecha. A veces en los toneles se ponían placas metálicas, que para los grandes vinos eran de plata indicando la procedencia y el año. Las etiquetas de papel pueden datarse desde el comienzo del siglo XVI.
En la Edad Media, cada vez que se abría una botella, el catador probaba un poco de liquido,,no como ahora para conocer si el vino esta en buenas condiciones para servirlo, si no para comprobar si estaba envenenado, así que el oficio de catador no era una ganga por entonces.

José Maria Vázquez González. (+)

SEMBRANDO INQUIETUDES. A.C.P. “PEDRO DE TREJO”

Comentarios

Entradas populares