1808-1809.III (Entrada antigua)
lunes, 5 de mayo de 2008
1808-1809.III

Apenas había concluido dicho nombramiento, empezaron a clamar que estaba en la Plaza Mayor la avanzada de la caballería de las tropas francesas, la Junta acompañada de algunos vecinos bajaron con luz a saber las ordenes que traían, luego que vieron la luz, se dirigió a ellos el Comandante con algunos Dragones y su interprete, y por él los requirió, con las amenazas acostumbrada del degüello , saqueo e incendio, de parte y con mandato expreso del General Lefebre, que habían de entrar en la Ciudad con su gran ejercito de 25.000 hombres, tuviesen prevenidas y prontas, la justicia y pueblo, cien mil raciones de pan y cien mil de carne y cien mil de vino; paja y cebada suficiente par cuatro mil caballos y las demás bestias empleada en las gruesa artillería y crecido equipaje para cuatro dias que había de ocupar el ejercito francés la Ciudad.
Era imposible en tener echas la provisiones que pedían para el día siguiente, lo que oído y entendido por el comandante, no dio otra respuesta, “ que todo lo que se pedía debía estar dispuesto”, y que no tenia orden de admitir excusa, y si para amenazar con el degüello, saqueo e incendio, si amenazaron al Corregidor Serrano con quererle llevar preso, que con desenvoltura y valor le dijo: “que si le llevan preso, ninguna provisión encontrarían”, y así el parlamento fue dejado y la avanzada volvió por donde habían entrado a reunirse con el grueso del ejercito, en una noche lluviosa y oscura.
Era notorio que los molineros y horneros habían huidos dejando los molinos y hornos cerrados; las panaderías estaban cerradas sus puertas y a cuanto pan amasado solo había como unas tres mil raciones, que estaban prevenidas para nuestras tropas; que las carnes solo el obligado de ellas podía en algún modo favorecer al pueblo y así de los demás artículos que pedían y por ello acordaron pedir la ayuda de todos los vecinos existente en la Ciudad y con efecto así se ofrecieron.
El día 29, estando todos calados de pies a cabeza, y apenas había amanecido, cuando les dieron la noticia que iba bajando a la Ciudad por el camino de Malpartida el ejercito francés, saliéndoles a recibirlos el Corregidor y Junta en unión de algunos vecinos, como ya estaba resuelto al General Lefebre, se le alojase en el Palacio Episcopal, y que después se trataría de los demás de alojamientos, cuarteles y demás que fuese ocurriendo, se alojo inmediatamente al General según lo acordado. El Comandante de la Plaza Sevastiany, los comisarios ordenadores, con su guardia de prevención, se dirigieron a la Plaza Mayor con el Corregidor, señores de la Junta y algunos vecinos de los mas útiles; subieron a la Casa Consistorial y dieron orden al Corregidor que no salieran del consistorio, sin tener en cuenta su edad y que chorreaba agua de su vestido.
De lo que primero se empezó a tratar, fue del alojamiento de los Oficiales, según su graduación, de los cuarteles para la tropa de caballería e infantería y de las demás ordenes que dieran a la Junta, siempre acompañadas de amenazas y fiereza al paciente anciano Corregidor. Los comisarios y ordenadores procuraron enterarse de los auxilios de pan, carnes y demás que estaban prevenidos y habían pedido, y entendidos del estado de la Ciudad, de no haber molineros, panaderos, ni mas que un solo cortador, desde luego empezaron a obrar independientes: recibieron el pan que estaba masado y harina, las carnes que tenia preparada el cortador Elvira y las que tenia suyas y de Juan de la Ines, en el corral del matadero.
Pusieron en los mataderos cortadores de su mismo ejército y soldados que les ayudaran y pidieron paisanos que fuesen con ellos al campo por más ganado vacuno, cabrio y lanar. Se apoderaron de los hornos y pusieron en ellos panaderos de sus militares y mandaron para cada horno se nombrase un comisionado del pueblo con paisanos que solo entendiesen en suministrarles la leña y demás utensilios necesarios para el amasijo del pan que hacían por si mismo aceleradamente sin ceñir, sin levadura y sin sal. También pidieron comisarios y gente para los molinos y apoderándose y allanando la Cilla y panera de los Sres. Deán y Cabildo, de allí tomaron a su discreción el trigo que necesitaron para el pan y la cebada para los caballos, además de la que encontraron en los mesones, cuya provisión consumieron con parte de la paja que había en ellos. Además exigieron la suela, corcovan y demás artículos de calzado que repartieron por las compañías del ejercito francés.
Tomaron los paños pardos que había en las fabricas del Hospicio y algunas piezas de paños fino en las casas de los mercaderes, y para dárselos, ó por mejor decir acompañar a los capitanes y tropas, que siempre destinaban a coger cuanto podían, iban vecinos honrados de aquellos que se habían ofrecido a auxiliar y asistir de continuo á la disposición de la Junta.
En la mañana que llegaron los franceses muchos entraron en el Hospital de Santa Maria, y entre ellos algunos con el solo objeto de robar, como tambien las cosas de los enfermos. Los primeros comieron y bebieron cuanto había, así como el buen vino de la cosecha del establecimiento, y se llevaron todas las ropas que pudieron y el metálico, quina y otros medicamentos de farmacia y los daños que causaron ascendió a 10.000 reales.
Los sufrimientos del Sr. Corregidor fueron atroces, pues además de su prisión y de las continuas amenazas, cuando llegaba la noche el triste hombre se acostaba sobre una estera envuelto en su capa y con las ropas mojadas desde el primer día, poniendo el sobrero de cabecera. Le daban una hora de termino al medio día, para ir a su casa, pero con guardias, y como no hubiere ninguna persona que le asistiera, el tenia que encender el fuego y prepararse una sopa que era lo que comía durante todo el día. El resto de la Junta podía ir libremente a sus casas, dormir y alimentarse; pero a él le tuvieron preso y custodiado como inestimable talismán, para que le obedeciese la Junta y el pueblo en aquello que necesitaban los franceses., hasta el día primero de enero de 1809, en el que salieron con dirección a Castilla, y no obstante el resto del día sin cesar lloviendo lo empleo conforme estaba y acompañado de los señores de la Junta en recorrer y reconocer las iglesias que hallaron cerrada y sin lesión; en poner vecinos honrados que guardasen la Cilla de los Sr. Deán y CabiLdo, mientras se componían las puertas principales que habían destrozado; en cerrar las de las casas de los vecinos que se habían ausentado; en recoger colchones y otros efectos que estaban en la Plaza, calles y cuarteles y depositarlo todo para devolvérselos a sus dueños bajo aquellas precauciones que dispuso la Junta, con otras cosas de buen gobierno, hasta que por la noche a instancia de los Alcaldes de barrio y de otras personas que se ofrecieron a velar a la población, se recogió a su casa a quitarse la ropa mojada desde el día 28 de Diciembre.
D.Francisco Serrano Alvarez Rodriguez, fué el Notario del Tribunal Eclesiastico de la Ciudad y Obispado de Plasencia.
Aquí concluye la primera entrada de los franceses en Plasencia.
EN MEMORIA DE AQUELLOS PLACENTINOS Y PERSONAS HONRADAS QUE SUPIERON SALVAGUARDAR NUESTRA MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE PLASENCIA. 1808-2008
SEMBRANDO INQUIETUDES. A. C. P. PEDRO DE TREJO.
Aquí concluye la primera entrada de los franceses en Plasencia.
EN MEMORIA DE AQUELLOS PLACENTINOS Y PERSONAS HONRADAS QUE SUPIERON SALVAGUARDAR NUESTRA MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE PLASENCIA. 1808-2008
SEMBRANDO INQUIETUDES. A. C. P. PEDRO DE TREJO.
Comentarios
Publicar un comentario